7/11/08

UNA LEY MAS PERFECTA



Nosotros somos una pequeña semilla, semilla que debe dar frutos para Dios; ¡pero! debemos llegar a ser amigo de Dios, como lo fue Abraham y Moisés, cumpliendo las leyes y mandamientos; porque el mismo Jesús dijo: Yo no vine a suprimir la ley o los profetas, sino para darle su forma definitiva.

¿Y porque será que Dios mando a su Hijo al mundo?

Cuando estaba el Padre Celestial, no lo escucharon, sino que hicieron todo lo contrario, les pidió que creyeran en Él, aún viendo todos los prodigios que Abraham hizo para sacar a su pueblo de la esclavitud, y no lo hicieron, porque se desesperaron en los cuarentas días en medio del desierto, cuando Moisés estaba en el Monte de Dios el: Sinaí; y con la desesperación se fabricaron un Dios falso, “el Becerro de Oro”, Un Dios que fabricaron con sus joyas, anillos, pendientes etc, lo fundieron y salió esa imagen, un Dios al que alabaron sin tener vida, porque estaba echo por manos de hombres echo de material, sin espíritu ni aliento de vida; y cayeron en un gran pecado. Pero el más grande pecador fue: Aarón el maestro de la ley el Sacerdote, hermano de Moisés.

Porque el mismo Jesús dice: todos pecaron, y a todos les falta la Gloria de Dios.

Dios dejó, deja y dejará pasar a su pueblo por la desobediencia, para ejercer su Misericordia.

Cuando Moisés bajo del Monte Sinaí, y vio como pecaron contra Dios, Moisés de la ira rompió las dos tablas de los mandamientos, sin darse cuenta que estaba rompiendo las tablas de la Alianza, o sea rompió la ley de Dios.

Aarón debió dar el ejemplo por ser sacerdote, la semejanza de Dios, ¡pero! cayó igualmente en pecado y no cumplió la ley de Dios, como los israelitas.

Tambien a nosotros nos pasa lo mismo, cuando tenemos un documento en el cual creemos, por sr un documento original, y el día menos pensado ese documento no sirve de nada, porque se vence o se destruye; y se tiene que volver hacer otro igual pero con valor.

Igual pasó con las palabras, todos los israelitas dijeron: Seguiremos al Señor por haberlos sacado de la esclavitud.

Así pasa y pasará porque a veces las palabras se la lleva el viento, en vez de permanecer firme, como lo hace el Señor.

Y ahora ¿donde esta nuestro orgullo? ¡se acabo! ¿Cómo? No por falta de la Ley y de sus observancias, sino por falta de la ley de la Fe.

¿Negamos entonces el valor de la Ley, por lo que decimos de la Fe? De ninguna manera, más bien colocamos la Ley en su Verdadero lugar.

Porque más fácil pasarán el Cielo y la tierra, antes que caiga una sola letra de la Ley y palabra de Dios.

Por eso, Dios tuvo que volver hacer las tablas de los Diez Mandamientos, y una Nueva Alianza con su pueblo.

Si ustedes cumplen la ley Real tal y como esta escrito: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, obran muy bien; en vez si hacen diferencias entre las personas, cometen pecado, porque a ustedes no les toca juzgar, porque con la misma vara que midas serás medido.

Dios padre, tenía tiene y tendrá siempre una ley, para los hijos, porque de la Ley del mandamiento, es donde encontramos el camino correcto, y si un padre no tiene ley, no sabe darle educación a sus hijos, y si no los corrige y reprende si van por el mal camino; y si el hijo no cumple su ley, es más malo como el padre, porque de él viene la enseñanza.

Dios Padre mando a su hijo Jesús, como ejemplo, un testimonio del Dios Vivo, vino como la Luz del mundo, Luz que debemos buscar siempre, cosa que no hacemos, porque más fácil es para nosotros quejarnos que buscar a Dios que nos ha creado con amor.

¿Donde esta nuestra la ley de la Fe? Si no creemos y dudamos nuestra fe es verdadera sino falsa, y no sirve para nada.

Jesús dijo: El que crea en mí tendrá vida Eterna, porque Eterno es Él, y quiere que todos alcancemos la Eternidad por medio de la Fe, y

Creer en Dios Trino y Uno, tener Fe verdadera, y esperar al Dios que vive y Reina en el Cielo y en la tierra, porque también ÉL nos espera a nosotros para sentarnos con ÉL en el Cielo.

¡Por eso Dios mando a su hijo al mundo, por nosotros pecadores!

Y lo menos que podemos hacer es, seguirlo de todo Corazón como lo siguieron los Doce Apóstoles, para no ser arena ni arcilla, sino una Piedra de Cristo, porque nosotros son la base cuya piedra angular es Cristo Jesús, quién lo sucedió Pedro cabeza de la Iglesia.

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